Nelson Mandela, el anfitrión de la Copa del Mundo Sudáfrica 2010 – Pedro Ylarri

Nelson Mandela, el anfitrión de la Copa del Mundo Sudáfrica 2010

Nelson Mandela, el hombre que liberó a Sudáfrica del Apartheid tras 27 años de permanencia en la prisión, está débil, cansado y triste por la muerte de su bisnieta de 13 años. A días de cumplir 92 años, el Premio Nobel de la Paz 1993 es el anfitrión de la primera Copa del Mundo organizada en el continente negro. Su delicado estado de salud y su alejamiento de la vida pública encienden señales de alerta, por temor a que su muerte despierte los ánimos de venganza de millones de negros denigrados durante décadas. Durante el Mundial, no pudo recibir a figuras como Bill Clinton y Diego Maradona.

Por Pedro Ylarri

Habían pasado sólo 15 días de su más reciente logro, el ser elegido su país la nación anfitriona del Mundial de Fútbol 2010, cuando el primer presidente negro de Sudáfrica, Nelson Mandela, convocó a los medios para anunciar su retiro de la vida pública. “No me llamen, yo los llamaré”, dijo, y pidió que nadie lo acuse de “egoísta por querer pasar tiempo con la familia, los amigos y también conmigo mismo”. Transcurría el primer día de junio de 2004, tenía entonces 85 años, y, aunque sonriente y de buen humor, se lo notaba cansado y caminaba despacio y con bastón.

Nelson Mandela, el hombre que sobrevivió a un encierro de casi tres décadas en una fría celda para renacer como presidente en 1994 y poner fin al terrorífico sistema de segregación racial conocido como Apartheid, está a punto de cumplir los 92 años, y, salvo contadas apariciones públicas, casi no sale de su casa. Dolido por la muerte de su bisnieta de 13 años el día anterior a la inauguración del Mundial, ha pedido no recibir a personalidades globales y argentinas, como el director técnico de la selección, Diego Maradona, y la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, que consideraban una prioridad verlo en su viaje al continente negro.

“Se retiró del mundo político en 1999 y de la vida pública en 2004, ahora aparece muy poco, se ven algunas imágenes frecuentemente, pero siempre en silla de ruedas y casi no se lo escucha hablar”, dice a PERFIL Carlos Sersale, el embajador de Argentina en Sudáfrica. Añade que la última vez que Mandela se presentó en público fue el 11 de febrero, en el Parlamento, en ocasión de los 20 años de su liberación. Fueron justamente sus años de prisión los que provocan la delicadeza del estado de salud actual.

Sersale explica que “no es que esté enfermo, es que el 18 de julio cumple 92 años; y no sólo eso, sino que fueron 27 años de encierro que están como cicatrices en su cuerpo, más en el lugar en donde él estuvo recluido, en Robben Island, donde hace mucho frío y viento”. A pesar de todo, destaca “siempre se lo ve sonriente, sonriente y activo, pero en silla de ruedas”.

Al hombre clave de Sudáfrica sólo lo ha podido ver un puñado de personas desde que su bisnieta falleció en un accidente de tránsito cuando volvía de presenciar los eventos del día previo a la inauguración del mundial. Uno de ellos fue el presidente de All Boys, Roberto Bugallo, quien logró verlo cuando el líder sudafricano llegaba a visitar a su hija que vive en Soweto, una de las zonas más pobres de Johannesburgo, a la misma casa que él mismo habitó antes de su encierro en 1962 y luego de su liberación en 1990.

“Estábamos mirando la casa y le preguntamos a un guardia si podíamos ir a saludar a una hija de Mandela, que vive en el lugar. Nos dijo que no, porque Mandela estaba llegando… nos dimos vuelta y vimos que empezaban a llegar autos y policías, y que la gente se comenzaba a amontonar ¡Y ahí estaba Mandela!”, dijo Bugallo, según contó el periodista Gabriel Miadosqui de La Gaceta de Tucumán. Ahora la esperanza es que pueda cerrar el Mundial.

Para algunos, la reclusión de Mandela responde a una “estrategia personal” para lograr aminorar el impacto que significará su partida de este mundo. Es que Madiba, que ha servido a los intereses de la población negra, también ha sido una garantía para los blancos, que fueron perdonados por su iniciativa por los atroces crímenes cometidos durante la vigencia del Apartheid. La salud de Mandela hoy preocupa a gobiernos del mundo y al mismo gobierno sudafricano, porque lo que suceda luego de la muerte de Mandela, es imprevisible.

“Para los blancos es una figura que aporta garantías de estabilidad social. Para un sector minoritario de la población negra, en cambio, la presencia de Mandela es un llamado a evitar episodios de violencia contra la minoría de origen europeo”, opinó Matías Marini, periodista argentino residente en Italia que visitó recientemente el país africano. En efecto, añade, estando en Johannesburgo, “supe de rondas de madres de chicos asesinados durante el Apartheid que, canturreando en lengua zulú, juran venganza sobre los blancos ‘cuando Mandela ya no esté…’”.

Son madres que conocen el rostro de los asesinos de sus hijos, porque los han visto en los Tribunales de Justicia y Reconciliación, en los que los victimarios eran juzgados en plazas públicas por comités formados por víctimas, en el que los asesinos se salvaban si reconocían sus crímenes. El perdón, dicen en Sudáfrica, es una virtud de Mandela; si compartida por víctimas, “está por verse”.

El Mundial. Así como Mandela, para favorecer la integración, logró en 1995 organizar en su país el mundial de rugby, un deporte practicado entonces sólo por la élite blanca, la Copa del Mundo 2010 tiene el mismo objetivo, aunque a la inversa. Sin contar los beneficios económicos que le ha traído al país (ver recuadro), el presidente Jacob Zuma declaró que a nivel emocional “Sudáfrica no había conocido tanta energía y júbilo desde la liberación de Nelson Mandela”, en 1990.

Según el periodista Pablo Blanco, cronista de Perfil.com que viajó para cubrir la competencia, el objetivo de integración, aunque con matices, se cumplió: “En Soweto nos encontramos con unos ‘blancos’ de entre 30 y 50 años tomando cerveza; pensamos que eran europeos, pero nos dijeron que eran sudafricanos que visitaban por primera vez el lugar y que lo hacían ‘porque está el Mundial, si no nunca lo hubiésemos hecho’”, relató. Y aseguró que “en el deporte puede verse también cómo algunas diferencias que aún persisten: guste o no, el rugby sigue siendo un deporte de los blancos y el fútbol, casi exclusivamente negro”.

Vuyo Vudleleui, vendedor en un centro comercial del Waterfront, afirmó que la fiesta del Mundial está llevando a la sociedad a “un nuevo entendimiento” entre todos. Menciona, por ejemplo, a las temibles vuvuzelas, que “antes eran sólo cosa de los negros, y ahora la adoptó todo el país… el Mundial va a ser un trampolín para el país, algo que nos hará avanzar más rápido”, afirmó con orgullo a la agencia AFP.

A 16 años del fin del Apartheid, la Sudáfrica soñada por Mandela sigue dividida, aunque está de pie y luchando contra las desigualdades más que contra la segregación. Según estadísticas del Banco Mundial, Naciones Unidas y del gobierno sudafricano, se han construido o están en proceso de construcción unas tres millones de viviendas (es decir, un tercio de las que existen en la Argentina) y el acceso al agua potable subió del 62% de los hogares en 1996 a 92% el año pasado. Además, una floreciente clase media negra ocupa cada vez más espacio en la sociedad (ver infografía) y el acceso a servicios de salud es universal.

El gobierno de Mandela fue el que inició todos los planes de inclusión, que hoy se cumplen a rajatabla. Sin embargo, como él suele repetir, “queda mucho trabajo por hacer”. Sudáfrica sigue siendo uno de los países con mayor tasa de crímenes violentos, la nación con más cantidad de personas viviendo con VIH y con duras disparidades sociales. El desempleo, por caso, afecta a sólo el cinco por ciento de los blancos, y hasta al 29 por ciento de los negros.

Para el embajador argentino, “no es tanto un problema de segregación, sino de distribución del ingreso, como cualquier otro país en vías de desarrollo” y destaca que Mandela, además de impulsar el voto universal tras el fin del Apartheid, la educación y la salud tienen una cobertura total en la población.

Marini, desde Milán, resalta que “hace quince años los negros no podían ni caminar por el centro de Johannesburgo, hoy todo eso es una historia orwelliana; pero hay claroscuros”, en especial por los enormes bolsones de pobreza.

El líder. Mandela fue el primer presidente sudafricano elegido mediante sufragio universal, pero también el líder de lo que fue el brazo armado del llamado Congreso Nacional Africano (CNA), actividad por la que fue arrestado durante 27 años. Fueron años en donde no cosechó el rencor ni el odio, sino la reconciliación, la palabra que mejor explica todo su pensamiento. Al día de hoy lleva recibidos más de 250 premios, entre ellos en 1993 el Premio Nobel de la Paz. Casi un centenar de estas distinciones las recibió estando en prisión.

¿Pero, quién es Mandela para Sudáfrica? Sersale, no duda: “Mandela es San Martín, es el ‘padre de la patria’; este país tiene una larga historia de opresión, y él es la expresión de la lucha contra la opresión, una lucha que para él fue un largo proceso de negociación desde la cárcel… y que comenzó cuando hablaba ya desde 1955 en La Nación del Arcoiris”.

Por su parte, tras haber visitado Robben Island, lugar del presidio de Mandela durante 18 años, Marini dice que “uno comprende allí las dimensiones de un hombre que se proyectó desde una miserable y diminuta celda”, y que llegó a convertirse en una figura de peso en el mundo. Dice sentirse deslumbrado al ver la estatua de Mandela frente al Big Ben, “nada menos que a pasos del monumento al ‘Señor de la guerra’ Winston Churchill, ex premier británico; y en Londres, la capital del imperio que sostuvo el Apartheid…”.

Hugo Porta, ex capitán de Los Pumas y embajador argentino en Sudáfrica entre 1991 y 1995, afirma que “el sudafricano siempre lo respetó mucho a Mandela, lo supo siempre un hombre de palabra; pocas personas luego de estar presos 27 años salen para seguir con principios y con un mensaje de unidad, como hizo él… es como que Mandela enaltece a los sudafricanos”.

Para el ex Puma, “Mandela es la personalidad viva más grande de la historia”, escribió en un texto para PERFIL, “y se siente cuando uno está con él –agrega–, siempre que uno está frente a alguien con un aura especial como tiene Mandela, dan ganas de tomar toda su energía”. Es la misma que esperan miles de aficionados en el cierre del Mundial.

Una inversión multimillonaria que confían en recuperar

¿Conviene organizar un Mundial? El sector público sudafricano invirtió unos 40 mil millones de rands (5.200 millones de dólares) en levantar estadios y mejorar la infraestructura para organizar la Copa del Mundo, a lo que habría que sumarle unos dos mil millones de dólares puestos por empresas, para calcular el “esfuerzo” del país para ser sede, dicen los datos aportados por la FIFA. Aunque suene mucho dinero, consultoras globales como Deloitte y Grant Thornton aseguran que en forma indirecta, el país está recuperando lo invertido.

La “crisis internacional” y los “altos índices de criminalidad” de Sudáfrica jugaron en contra, pero el país se beneficia “de importantes mejoras en su infraestructura, un sólido impulso a su economía y un vigoroso apoyo a los niveles de autoestima nacional”, dice un informe de Deloitte al que tuvo acceso PERFIL. Según el reporte, la difusión de su “marca país” en el mundo; la remodelación de aeropuertos, carreteras y líneas férreas; así como la “mayor autoestima” y mejor combate al delito, seguirán dando beneficios “durante años”.

Grant Thornton, que se especializa en temas contables, calculó los números del beneficio: según sus analistas, cerca de 400 mil personas llegarán a Sudáfrica para ver el mundial, los cuales gastarán un promedio de cuatro mil dólares y verán un promedio de cinco partidos cada uno. Así, turistas y aficionados dejarán unos 1.770 millones de dólares al país, lo que contribuirá a que la nación vuelva a registrar índices positivos de crecimiento, tras un duro 2009.

En total, en los últimos cuatro años se inyectaron en la economía de Sudáfrica 12.640 millones de dólares, según el reporte de Grant Thornton, una cifra que representa un cuarto de las reservas del Banco Central de nuestro país. Las autoridades también apuestan en los beneficios a largo plazo del Mundial, que hasta ahora permitió a Sudáfrica hacer olvidar los 50 homicidios que se producían al día.

“Nos beneficiamos de una exposición fabulosa en el mundo entero”, dijo Thandiwe January-McLean, responsable de promoción del turismo de Sudáfrica a AFP, quien festejó la permanencia hasta octavos de final de equipos como Estados Unidos, México y Japón, quienes junto con Alemania e Inglaterra suelen llevar miles de aficionados a las canchas cada cuatro años. Tal vez, por eso, no haya importado tanto la eliminación temprana del equipo local.

Ficha del artículo:

Título original: Recluido en su casa, Mandela junta fuerzas para asistir a la final
Fecha de publicación: 4 de julio de 2010
Medio: Diario Perfil, Buenos Aires, Argentina
Link: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0483/articulo.php?art=22808&ed=0483

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