En una entrevista con PERFIL, Julio Godio, uno de los principales expertos en sindicalismo, circunscribió los conflictos laborales a Kraft y Subterráneos. Y, aunque admitió “un cuadro de malestar laboral que se manifiesta por fuera de las estructuras sindicales tradicionales”, afirmó que la oposición y los medios de comunicación más influyentes quieren que “el proceso argentino termine en una situación destituyente”, después del 10 de diciembre, cuando se produzca el recambio de legisladores. Agregó que “a la CGT la han dado por muerta muchas veces” y pronosticó que mantendrá su representatividad.
Por Pedro Ylarri
—Los conflictos en Kraft Foods y en Subterráneos parecen haber cambiado el panorama laboral en el país. ¿Se vienen los Soviets?
—Hay un fenómeno que está indicando la agitación obrera, aunque la situación no está signada por un aumento sustancial en los conflictos laborales. Hay un bajo nivel de conflictividad desde 2004 y se desarrollan normalmente las negociaciones sobre salarios y condiciones de trabajo, por ejemplo, con el Consejo del Salario.
—Pero éstos son conflictos reales…
—Es cierto que en los últimos dos años, por impacto de la crisis internacional y por dificultades en el sistema económico en el país, derivado de la crisis en el campo y de preocupaciones en el mundo empresario, se ha conformado un cuadro de malestar laboral que se manifiesta por fuera de las estructuras sindicales tradicionales.
—¿Por qué sucede eso?
—Porque las instituciones sindicales están pensando en un sistema de relaciones laborales que se ha estabilizado y no que está en crisis, y porque las transformaciones que se han producido en algunos sindicatos –derivadas de la conquista de cuerpo de delegados o comisiones internas– compiten con la estructura política del sindicato, lo que ha dado lugar a algunos fenómenos de conflictividad laboral, más vinculados a la espontaneidad del movimiento sindical.
—¿Hay dos frentes de conflicto, entonces; uno político y otro laboral?
—Sí, pero son datos menores. Si uno ve el cuadro de funcionamiento de los sindicatos en todo el país, hay confrontaciones en sólo dos lugares desde el punto de vista del instituto sindical: el cuerpo de delegados de Subterráneos y el conflicto en la ex Terrabusi.
—Algunos analistas dicen que estos conflictos son la “punta del iceberg”. ¿A usted qué le parece?
—El país está en plena transformación a partir del año 2003, y en ese proceso de transformación era previsible que ocurrieran algunos conflictos laborales muy duros, son normales.
—¿Por qué parecen trascendentales entonces?
—Hay sectores de la oposición al Gobierno que están intentando agudizar el malestar social y laboral, y que tienden a manifestarse desde el punto de vista político a través de los cortes de rutas.
—¿A qué sectores se refiere?
—Se alienta desde los diarios La Nación, Clarín y otros grandes medios de comunicación la idea de que se está al borde de un estallido; cuando en realidad es una operación política que forma parte de un proceso de consolidación de la llamada oposición. Es un espacio muy heterogéneo, pero los medios han tratado de presentarlo como un solo fenómeno.
—Los cortes de rutas, sin embargo, no fueron realizados por gente afín a la oposición, más bien por sectores piqueteros como la CCC y el MST, olvidados por el kirchnerismo y con una predisposición a abandonar las rutas hasta hace unos meses. ¿Por qué salen ahora?
—La crisis global de 2001 fue política, económica, social y laboral; y no era fácil salir. Si bien se crearon 4 millones de empleos en los últimos 5 años y se mejoraron las condiciones de vida de los ocupados, todavía tenemos bolsones de pobreza enormes, y al mismo tiempo bolsones de trabajo en negro. Esos fenómenos crean condiciones para la sobrevivencia de estos movimientos sociales, que encarnan políticas para auxiliar a los más desprotegidos. Estos no desaparecieron ni van a desaparecer fácilmente.
—¿El resurgimiento de estos grupos indica entonces que las condiciones de trabajo están peores que años atrás?
—No están peores que años atrás, pero seguimos mostrando indicadores de vulnerabilidad muy altos como la pobreza y el trabajo en negro. Ya no es la desocupación: el problema es la pobreza y el trabajo en negro, que ya afectan al 40 por ciento de la población económicamente activa.
—La historia de los sindicatos muestra que éstos absorbían la mano de obra en negro en tiempos de “vida austera y pleno empleo”. ¿Por qué los gremios ahora abandonan a esta gente?
—Porque se quebró la sociedad salarial, por el alto nivel de desocupación primero, luego de 2001, y el crecimiento de la pobreza. La pobreza históricamente ha sido del 7 u 8 por ciento, ahora estamos en una pobreza del 30 por ciento. Además, en una historia en la que preexistió la sociedad salarial y su organización, se facilita que aparezcan los piqueteros y las movilizaciones altamente organizadas porque recogen una tradición anterior. Eso es lo que sucedió en 2001.
—¿A esa “organización” se refirió el ministro Carlos Tomada cuando habló de las protestas por Kraft?
—No. Estos movimientos, los piqueteros, tienen alas fuertemente contestatarias, que ponen el centro en lograr que se produzca una insurrección popular, a la que llaman el “argentinazo triunfante”. Dado que son muy débiles y su presencia en las fábricas es ínfima, buscan encontrar alguna forma de movilización que exprese ese malestar social existente entre desocupados y en los altos niveles de pobreza. Esta línea de acción empalma con la que aplicaron las entidades del campo durante los cortes de rutas. No es raro que (los piqueteros) tengan un clima cultural y psicológico favorable para cortar las rutas, y que a su vez esté estimulado por aquellos que quieren que el proceso argentino termine en una situación destituyente.
—¿Usted percibe que el clima podría terminar en una salida anticipada del Gobierno?
—Digo destituyente en el sentido de que hay un proceso de oposición al Gobierno que intenta crear una situación de dualidad de poder, y que esperan poder consolidar desde el 10 de diciembre. Esto consistiría en que habría un Congreso con mayoría de la oposición, enfrentado a un gobierno que sería debilitado. Si esto se produce en un clima de crispación política no hay por qué dejar de sospechar que está el intento destituyente, vinculado a desplazar del poder al Gobierno.
—Volviendo a los sindicatos: ¿la CGT tiene alguna responsabilidad en el surgimiento de estos conflictos políticos gremiales?
—No se le podría adjudicar responsabilidad a la CGT o a la CTA, porque esto tiene que ver con el proceso y la evolución de la estructura económica en Argentina. Si buscamos responsables, éstos vienen por el lado de la estructura de los partidos políticos tradicionales y con algunos lobbys que se hicieron fuertes durante la época de Menem y durante la Alianza.
—¿Usted cree que los sindicatos siguen teniendo representatividad y legitimidad en las bases?
—Sí, aunque están en un proceso de búsqueda y transformación que se plasma en la Declaración de Mar del Plata. (…) Pero la idea de unicidad sindical prevalece siempre y es anterior al peronismo. Esta es parte de la cultura, los trabajadores quieren un sindicato unico, siempre.
—¿Si proponen cambios, entonces hay problemas? ¿Se puede hablar de un debilitamiento de la CGT?
—Y sí, claro que hay problemas. Respecto al debilitamiento de la CGT me parece que es muy apresurado decir eso; a la CGT la han dado por muerta muchas veces, y hace unos meses hizo una concentración con 100 mil trabajadores.
—¿La pelea entre los llamados gordos y la dirigencia de Hugo Moyano no altera el espíritu de concordia y pluralidad que habla la Declaración de Mar del Plata?
—En la declaración está la necesidad de ampliar el funcionamiento de las comisiones internas y los cuerpos de delegados, y dotar de mayor pluralidad a la representación sindical, de cara a los cambios que ha habido en el sistema político argentino. El sistema sabemos que ya no responde a una mayoría aplastante del peronismo, como se demostró en las últimas elecciones, y tiene ahora un arco político mucho más diferenciado, que también se expresa entre los trabajadores.
—¿Podemos pensar entonces en una CGT no tan peronista?
—No, podemos vislumbrar una CGT peronista pero en proceso de apertura.
—¿Pero esta apertura no se da entre los trabajadores del subte o en los de la ex Terrabusi?, ¿qué pasó en Kraft Foods?
—El conflicto de Kraft tiene su origen en la crisis por la gripe, cuando un grupo dentro de la empresa generó una situación de pánico y de reclamo de los trabajadores para mejorar la política de higiene. La empresa, en vez de absorber la posición crítica de los sindicatos, enfrentó a la comisión interna que, siendo de una línea de izquierda tradicional, entró en el juego y se transformó en una batalla totalmente irracional, muy difícil de resolver.
—¿Es un caso aislado?
—Estos conflictos no son nuevos, en los años 60 esto ocurrió previo al Cordobazo.
—¿Podemos esperar más conflictos entonces?
—Hay malestar. Y como hay malestar en un momento de desorden político por la lucha abierta por el poder, se puede crear una situación complicada.
Ficha del artículo:
Título original: Julio Godio, asesor especial del ministro de Trabajo, Carlos Tomada: “La oposición y los medios agudizan el malestar laboral”
Fecha de publicación: 3 de octubre de 2009
Medio: Diario Perfil, Buenos Aires, Argentina
Link: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0405/articulo.php?art=17247&ed=0405
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